miércoles, 5 de julio de 2017

“Los otros animales también sienten y piensan”.



Carl Safina, doctor en Ecología Marina y Filosofía, presidente fundador de la oenegé Safina Center


61 años. Neoyorquino. Investigo y soy profesor en la Universidad de Stony Brook. La naturaleza y la dignidad humana se requieren mutuamente. La compasión y empatía con los otros animales es el único camino de nuestra supervivencia. No creo en la vida tras la muerte pero sí en la conexión de todo lo vivo


Escuchar para entender

Está considerado uno de los 100 conservacionistas notables del siglo XX, es honoris causa por tres uni- versidades, autor de más de cien publicaciones científicas y numerosos libros multipremiados sobre el comportamiento animal. Dedica su vida a preguntarse quiénes son los otros animales y consigue desmontar mitos como su falta de inteligencia o sensibilidad. En su último libro, Mentes maravillosas (Galaxia Gutenberg), que presentó en Kosmopolis, cuenta cosas increíbles sobre sus capacidades, sentimientos y personalidad, como que los gorilas tienen un lenguaje con más de cien gestos con significados como “me gustaría que me dieras un abrazo”. Para entender, primero debemos aprender a escuchar.

Supo usted hacer la pregunta adecuada...
En mi profesión se estudian los patrones por los que se rigen los animales, los números globales de las especies y su evolución, pero yo quería saber con quién vivimos, quiénes son.
Ese no es el interés de la ciencia.
No soy un científico normal, preguntarse quiénes son cambia la perspectiva, lo cual es necesario, los números no bastan. Si tienes seis elefantes, en teoría puedes matar a dos para tener la manada controlada, pero si matas a la matriarca es probable que todos los demás mueran.
Está ocurriendo con los lobos en Europa.
Están haciendo matanzas sin entender que si matas a los adultos eliminas el liderazgo, el conocimiento de la manada, desintegras la familia, y eso provoca que los jóvenes acaben matando ganado y el problema empeore.
Intentemos entender quiénes son…
Lo primero es saber que no hay una barrera ­entre los humanos y el resto del mundo animal. Es un continuo que va de más simple a más complejo, y nosotros somos el animal ­extremo.
¿Chimpancés con armas automáticas?
Hay diferentes formas de ser listo y resolver problemas. El humano puede ser el más compasivo y el más cruel. Formamos nuestra identidad mediante la vida social, nuestro papel en el grupo determina quiénes somos, como ocurre con tantas otras especies.
Pensar y sentir ¿no son exclusividad humana?
En absoluto, los otros animales quien (en lugar del cosificador que) piensan aunque no piensen como nosotros, y los sentimientos, que son mucho más antiguos, son los mismos.
¿Incluida la preocupación, el humor, la envidia o la justicia?
Sí, y la incertidumbre, el miedo, el dolor, la ira, el desprecio, la decepción, la capacidad de consolar, la paciencia, la depresión, la vergüenza, el duelo, la ternura, el amor, la lujuria, la compasión y el altruismo.
Nos cuentan que los animales responden por instinto, no tienen libre albedrío.
En eso somos iguales. Nos hemos montado ese mito de que los humanos somos diferentes, pero la ciencia dice lo contrario.
Deberían decirlo más alto y más claro.
A los siete años criaba palomas y observé sus ­relaciones, sus filias y sus fobias, cómo los ­padres cuidaban de sus polluelos, se turna-ban para salir en busca de comida... Ya entonces me quedó claro que somos muy parecidos, así ­empezó mi idea de los animales q.
Y les ha dedicado la vida.
Con el tiempo pude demostrar que ellos tenían sus propios pensamientos y maneras de actuar, pero igual que nosotros respondían al medio a través del sentir (hambre, miedo, necesidad...).
Ha recorrido el mundo y ha trabajado con los mejores científicos.
Sí, que han demostrado esta tesis. He pasado mucho tiempo con lobos, ballenas y elefantes desmontando mitos como el del lobo dominante. Los lobos viven en familias y el macho y la hembra alfa son el padre y la madre, el resto son sus hijos naturales o adoptados.
¿Qué tenemos que aprender de ellos?
La tolerancia, y a gruñir menos, tener más confianza, compartir la crianza y respetar a las hembras. El macho alfa y toda la manada saben que tienen más probabilidades de sobrevivir si cooperan, si se tratan sin violencia, y eso hacen.
Nos explican que en el reino animal lo que impera es la ferocidad y la frialdad.
Eso es falso, la mayoría de las especies conviven pacíficamente, y cuando luchan lo hacen por el territorio, como nosotros, pero no hasta matarse. No abusan de los demás ni de su poder.
¿Está seguro de eso?
Sí, es un error pensar que ellos son feroces y nosotros racionales y buenos.
También desmonta el mito de la superioridad del macho sobre la hembra.
Hay muy pocas especies en que los machos manden. Entre los cachalotes o los elefantes mandan las hembras, y entre los lobos son ellas las que toman la mayoría de las decisiones. Sólo los humanos suprimimos la identidad de la mujer y pretendemos controlarlas.
Da que pensar.
Vemos que especies dominadas por hembras como los bonobos o los elefantes son mucho más pacíficas; en cambio, los chimpancés, entre los que los machos tienen preeminencia, están constantemente luchando y haciendo guerras; cuestión de testosterona.
¿Hay algún sentimiento exclusivamente humano?
El odio hacia uno mismo y el instinto suicida.
¿Y el lenguaje?
El lenguaje humano es más complejo, pero el de los animales puede ser muy rico porque utilizan el cuerpo y también tienen palabras. Los delfines, los lobos, los perros y los loros tienen nombre propio que reconocen y se cuentan cosas entre ellos. Hay miles de investigaciones.
Ha pasado usted mucho tiempo entre cachalotes.
Viven igual que los elefantes: en grupos de hembras que se cuidan entre sí. Jamás luchan entre ellas, se quieren y ya está.
¿La moralidad es consustancial a la vida?
Creo que todos los animales saben cuáles son las reglas y cómo comportarse. Ellos no tienen religión ni filosofía que marque su comportamiento, pero entienden cuál es un comportamiento aceptable y cuál no.

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